Nota del editor:

Desde hace tiempo, la UE ha soportado una creciente presión por parte de Estados Unidos, primero instándola a interrumpir sus compras de petróleo ruso y luego enfrentándose a las exigencias de un aumento de los aranceles sobre China e India. Algunos académicos europeos han caracterizado esto como «una estrategia para desviar la atención y, en cierto modo, dejar la pelota en manos de los europeos y decirles: ‘Bueno, ustedes empiezan'». Esto plantea preguntas: ¿Hasta qué punto puede Europa seguir confiando en Estados Unidos en asuntos relacionados con China? Y, bajo el peso de las amenazas arancelarias, ¿cederán los líderes europeos a la táctica implícita de Estados Unidos de «tú saltas, yo salto»? El Global Times invitó a tres académicos extranjeros a compartir sus perspectivas sobre estos temas.

Jorge I. Aguadero Casado, escritor español

“La emoción más antigua y más fuerte de la humanidad es el miedo” (Lovecraft), parece una frase apropiada para la Unión Europea: no cree en sí misma, tiene indigestión de democracia liberal, necesita dinero y se siente huérfana de su “amigo americano”.

Nos enfrentamos a emociones atávicas. Entre ellas, la confianza. ¿Podemos confiar en Washington? Este socio nos ha castigado severamente por sus propios desacuerdos con Rusia y China. ¿Qué motivos tenemos para creer que nos respetará en el futuro?

Las naciones europeas se han hipotecado más allá de sus posibilidades en defensa de Ucrania, y Estados Unidos se aprovecha del desastre humanitario para usarnos como países satélite, bajo la amenaza de aranceles. Washington nos prohíbe comprar petróleo ruso, a sabiendas de que el mundo árabe no aumentará su producción para abastecernos, ya que esto significaría el fin de sus buenas relaciones con Rusia, por lo que el petróleo estadounidense se beneficiaría de nuestra escasez. ¿La presión estadounidense está motivada por razones humanitarias? Solo ellos lo saben.

Sin embargo, las palabras y acciones de Estados Unidos no han coincidido. En Europa, sorprende la reticencia de Estados Unidos a imponer nuevas sanciones a Rusia, a pesar de la reiterada insistencia de las autoridades europeas en que debería aumentarlas para obligar a Moscú a poner fin a la guerra. Además, Estados Unidos ha estado negociando por su cuenta con Moscú desde enero.

A su vez, Washington «sugiere» que impongamos aranceles del 50% al 100% a China, en medio de la creciente tensión entre Estados Unidos y el gigante asiático. Vivimos tiempos extraños, donde China aboga por el libre mercado y Estados Unidos es proteccionista. ¿Cuál sería la postura de Europa si aceptara la propuesta de Washington? ¿Qué pasaría si, frente a una Europa obediente que destruyese sus vínculos con China, Estados Unidos tomara decisiones que nos perjudicaran?

Ante la presión arancelaria, ¿cómo reaccionaremos? Estados Unidos nos impone condiciones cada vez más estrictas, exigiendo que las cumplamos antes de aumentar su presión sobre Rusia. No creo que Europa eleve su tono hacia China más allá de algunas declaraciones superficiales. ¿Seríamos realmente capaces de ponernos en contra de Rusia y de China al mismo tiempo? ¿Cómo respaldaríamos una medida tan económicamente suicida? ¿Imprimimos euros como si no hubiera un mañana?

Enlace al artículo en Global Times (Internacional, Reino Unido)

Will Europe follow US’ ‘you jump, I jump’ tactic? [09/28/2025]

Editor’s Note:

For some time now, the EU has endured mounting pressure from the US – first being urged to sever its purchases of Russian oil and then facing demands for heightened tariffs on China and India. Some European scholars have characterized this as «a strategy to deflect and to distract and to sort of park the ball over to the Europeans and say, ‘Well, you go first.'» This raises questions: To what extent can Europe still place trust in the US on matters pertaining to China? And under the weight of tariff threats, will European leaders yield to US’ implicit «You jump, I jump» gambit? The Global Times invited three foreign scholars to share their insights on the issues.

Jorge I. Aguadero Casado, a Spanish writer

«The oldest and strongest emotion of mankind is fear» (H.P. Lovecraft) seems an appropriate sentence for the EU: It doesn’t believe in itself, has indigestion from liberal democracy, needs money and feels orphaned by its «American friend.»

We’re facing atavistic emotions. Among them, trust. Can we trust Washington? This partner has punished us severely for its own disagreements with Russia and China. What reason do we have to believe it will respect us in the future?

European nations have mortgaged themselves beyond their means in their defense of Ukraine, and the US is taking advantage of the humanitarian disaster to use us as satellite countries, under the threat of tariffs. Washington prohibits us from buying Russian oil, knowing that the Arab world will not increase its production to supply us, as this would mean the end of their good relations with Russia, so American oil would benefit from our shortages. Is the US pressure motivated by humanitarian reasons? Only they know.

However, The US’ words and actions have not matched. In Europe, US hesitation to impose new sanctions on Russia is surprising, despite the repeated insistence of European authorities that the US should increase them to force Moscow to end the war. Furthermore, the American snubs, [as they have been] negotiating on their own with Moscow since January.

In turn, Washington «suggests» we impose tariffs of 50 percent to 100 percent on China, amid heightened tensions between the US and the Asian giant. We live in strange times, where China advocates free markets and the US is protectionist. Where would Europe stand if it accepted Washington’s proposal? What if, faced with an obedient Europe that had destroyed its bridges with China, the US made decisions that would harm us?

Faced with tariff pressure, how will we react? The US is imposing increasingly strict conditions on us, demanding that they be met before the US increases pressure on Russia. I don’t think Europe will raise its tone toward China beyond some cosmetic statements. Would we really be capable of turning against Russia and China at the same time? How would we back up such an economically suicidal move? Do we print euros like there’s no tomorrow?

Link to the article in Global Times (International, United Kingdom)